El gobierno de Estados Unidos está buscando activamente una exención de las próximas regulaciones de la Unión Europea diseñadas para reducir drásticamente las emisiones de metano del petróleo y gas importados. Según se informa, funcionarios estadounidenses han comunicado a sus homólogos europeos que la ley de la UE plantea una carga financiera y logística para las empresas energéticas estadounidenses y podría interrumpir el suministro de gas a Europa.
Tácticas de presión y preocupaciones
Según cuatro funcionarios anónimos de la UE y Estados Unidos familiarizados con las discusiones, la administración Trump considera que las regulaciones sobre el metano son “costosas, confusas y una amenaza para los suministros de gas estadounidenses”. Estados Unidos está solicitando que las empresas estadounidenses de petróleo y gas estén protegidas de sanciones en virtud de la ley, salvo su derogación total. Esta demanda se describió en un documento que circuló entre los ministros de energía europeos antes de una reunión reciente en Bruselas.
La ley de la UE, que entrará en vigor por fases, exige que los importadores demuestren para 2027 que su petróleo y gas cumple con estrictos estándares de control. Para 2030, todas las importaciones deben producirse con bajas emisiones de metano, aunque los límites exactos aún están bajo debate.
Por qué esto es importante
El metano es un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono a corto plazo, por lo que su reducción es fundamental para combatir el cambio climático. La ley de la UE representa uno de los primeros intentos de regular las emisiones importadas, con el objetivo de responsabilizar a los productores por los impactos ambientales más allá de sus propias fronteras.
La reacción de Estados Unidos plantea dudas sobre la viabilidad de tales regulaciones internacionales. Si los principales países exportadores como Estados Unidos están exentos, la eficacia de la ley se ve socavada. También pone de relieve una tensión creciente entre la política climática y la seguridad energética, particularmente a medida que Europa busca diversificar sus suministros de gas fuera de Rusia.
Implicaciones para la industria
La ley exige que las empresas estadounidenses que venden a Europa monitoreen e informen activamente las emisiones, así como que reparen las fugas de metano. Si quedaran exentos, evitarían estas costosas medidas, lo que potencialmente les daría una ventaja competitiva y al mismo tiempo socavaría los objetivos climáticos de la UE. Esta situación sienta un precedente: si se conceden exenciones ahora, otras naciones pueden exigir un trato similar en el futuro.
El esfuerzo de Estados Unidos por eludir la ley de la UE subraya una resistencia más amplia a los estándares climáticos internacionales, particularmente de naciones que dependen en gran medida de los combustibles fósiles. El resultado de estas negociaciones será una prueba de la determinación de Europa de hacer cumplir sus regulaciones ambientales.
En esencia, Estados Unidos está dando prioridad a los intereses financieros a corto plazo de su industria energética sobre un esfuerzo global crítico para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. La UE ahora enfrenta una elección difícil: hacer cumplir su ley o ceder a la presión de un socio comercial clave.
