Las antiguas rocas australianas ofrecen nuevos conocimientos sobre el origen de la Luna

32

Los científicos han descubierto pistas sobre la formación de la Luna dentro de algunas de las rocas más antiguas de la Tierra, encontradas en las profundidades de Australia Occidental. Un estudio reciente de la Universidad de Australia Occidental (UWA) analizó cristales de feldespato de 3.700 millones de años de antigüedad de rocas de anortosita en la región de Murchison, lo que proporciona una ventana a los primeros días de la Tierra y potencialmente refuerza la teoría predominante sobre el origen de la Luna.

¿Qué son las anortositas y por qué son importantes?

Las anortositas son un tipo de roca ígnea compuesta principalmente de feldespato plagioclasa. Son excepcionalmente raros en la Tierra, pero notablemente comunes en la Luna. Esta característica geológica compartida sugiere fuertemente una conexión entre los dos cuerpos celestes. Las anortositas se forman cuando el magma fundido se enfría lentamente en las profundidades de la superficie, lo que permite que crezcan cristales grandes y químicamente ricos y retengan información sobre su entorno. La notable preservación de estas rocas antiguas durante miles de millones de años permite a los científicos datarlas con precisión y obtener información sobre la corteza terrestre primitiva.

Decodificando el Manto Antiguo

Para desentrañar los secretos que se esconden dentro de estas rocas, investigadores dirigidos por Ph.D. La estudiante Matilda Boyce empleó sofisticadas técnicas analíticas. Se centraron en aislar las áreas frescas de cristales de feldespato de plagioclasa, separando y examinando efectivamente la “huella digital” isotópica del manto antiguo, la capa semifundida debajo de la corteza terrestre. Estas proporciones isotópicas proporcionan una instantánea directa de la composición química del interior de la Tierra hace miles de millones de años.

Un inicio tardío del crecimiento continental

El análisis reveló que el crecimiento de la corteza continental de la Tierra no comenzó inmediatamente después de la formación del planeta. En cambio, comenzó más tarde, hace aproximadamente 3.500 millones de años, casi mil millones de años después del nacimiento de la Tierra. Esto desafía las suposiciones anteriores sobre el ritmo del desarrollo temprano de la corteza terrestre.

Una sorprendente conexión lunar

El hallazgo más intrigante fue la gran semejanza entre las firmas isotópicas de las rocas australianas y las muestras recolectadas durante las misiones Apolo de la NASA a la Luna. Esta similitud brinda un fuerte apoyo a la hipótesis del “impacto gigante” para la creación de la Luna. Esta teoría postula que un objeto del tamaño de Marte chocó con la Tierra primitiva hace unos 4.500 millones de años. La colisión expulsó una enorme cantidad de material al espacio, que finalmente se fusionó para formar la Luna.

“Nuestra comparación coincidió con que la Tierra y la Luna tenían la misma composición inicial hace unos 4.500 millones de años”, explicó Boyce. “Esto apoya la teoría de que un planeta chocó con la Tierra primitiva y que el impacto de alta energía dio lugar a la formación de la Luna”.

Una oportunidad única para explorar el pasado de la Tierra

La rareza de las rocas intactas de esta época antigua hace que este descubrimiento sea excepcionalmente valioso. Estos minerales antiguos contienen un registro potencial de la mezcla química dejada por la cataclísmica colisión que formó la Luna, un vínculo vital entre la infancia de la Tierra y la creación de su satélite. La investigación brinda una oportunidad única y valiosa de observar directamente el pasado formativo de la Tierra, solidificando nuestra comprensión de la historia geológica de nuestro planeta y las fuerzas que le dieron forma.

Los científicos creen que esta conexión entre la Tierra y la Luna puede proporcionar evidencia crucial para comprender cómo nacen y evolucionan los planetas.