Miles de personas salieron a las calles de Glasgow este fin de semana, participando en una marcha climática a gran escala programada para coincidir con las conversaciones sobre el clima COP30 en Brasil. La manifestación, organizada por grupos como Amigos de la Tierra Escocia, marcó una de las mayores protestas climáticas en la ciudad desde que Glasgow acogió la COP26 en 2021.
Creciente presión pública por el cambio
La marcha destacó la creciente preocupación pública por la emergencia climática y la percepción de que la acción política es inadecuada. Los manifestantes portaban pancartas que decían “Un mundo mejor es posible” y coreaban consignas contra proyectos de combustibles fósiles como el controvertido yacimiento petrolífero de Rosebank, al oeste de las Islas Shetland. Un contingente de niños expresó directamente sus preocupaciones, gritando “Detengan a Rosebank, el planeta es para todos”.
Luchas interconectadas: clima, justicia y conflictos globales
La protesta no se centró únicamente en cuestiones ambientales; también subrayó la interconexión de la justicia climática con luchas sociales y políticas más amplias. Se exhibieron banderas palestinas en un lugar destacado en solidaridad con Gaza, y los activistas enfatizaron que la lucha por la protección del medio ambiente es inseparable de los derechos humanos y la justicia social.
“Debemos actuar juntos y con urgencia contra las mismas fuerzas corporativas y políticas detrás de esas amenazas existenciales”, afirmó John Hilley del Comité de Emergencia contra el Genocidio de Gaza en Glasgow.
La COP30 y la crisis climática en desarrollo
La marcha de Glasgow tuvo lugar mientras los delegados de la COP30 se reunían en Brasil para discutir la implementación del Acuerdo de París, cuyo objetivo era limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C. Sin embargo, el Secretario General de la ONU ha reconocido que ahora es inevitable superar este umbral y muchos líderes mundiales están ausentes de las conversaciones.
Sentimiento público: frustración y urgencia
Los manifestantes expresaron una profunda frustración por el ritmo del cambio y el fracaso percibido de los líderes políticos para abordar la crisis climática de manera efectiva. Anna Brown, una manifestante, afirmó: “No estamos viendo el cambio que necesitamos y la gente sigue sufriendo”.
Un movimiento multigeneracional
La protesta atrajo a participantes de todas las edades, incluidos niños como Ailsa, de nueve años, quien resumió sucintamente lo que estaba en juego: “No existe el planeta B”. Martin Canavan, que marchó con su hija, enfatizó la necesidad de una acción colectiva para mejorar las vidas de los más afectados por el cambio climático.
El panorama general: por qué esto es importante
Esta protesta es sintomática de una creciente tendencia global: una mayor movilización pública exigiendo acciones concretas sobre el cambio climático. La convergencia de las preocupaciones ambientales con los movimientos por la justicia social, como la solidaridad con Palestina, subraya el alcance cada vez mayor del activismo climático. La falta de un liderazgo decisivo en la COP30, junto con el reconocimiento por parte de la ONU del fracaso de los objetivos de temperatura, sólo alimenta la frustración pública y subraya la urgencia de un cambio sistémico.
La marcha de Glasgow sirve como un claro recordatorio de que la crisis climática no es simplemente una cuestión ambiental sino un desafío social, político y económico multifacético que exige soluciones inmediatas e integrales.





























