La ley de desaparición: por qué los jóvenes tienen menos sexo

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Durante décadas, las normas sociales en torno al sexo han cambiado drásticamente. Desde las épocas reprimidas de mediados del siglo XX hasta la revolución sexual de los años 1960 y más allá, las actitudes y comportamientos han evolucionado. Ahora está surgiendo una nueva tendencia: los jóvenes participan en actividad sexual en tasas significativamente más bajas que las generaciones anteriores. Este no es un fenómeno localizado; es un cambio global observado en países desde Estados Unidos y el Reino Unido hasta Japón y Alemania. ¿Pero por qué? ¿Y eso importa?

Los números no mienten

Los datos de la Encuesta Social General en los EE. UU. muestran una marcada duplicación en el porcentaje de jóvenes de 18 a 29 años que no informaron actividad sexual en el último año, pasando del 12% en 2010 al 24% en 2024. Japón, que enfrenta una crisis demográfica, ha visto cómo la mitad de sus adultos jóvenes siguen sin experiencia sexual hasta mediados de los 20 años, lo que contribuye a una disminución de la población de un millón de personas solo en 2024. No se trata simplemente de cambiar preferencias; es un cambio sistémico con implicaciones de largo alcance.

Dificultades económicas y retraso en la independencia

Un factor clave es la inestabilidad económica. El aumento de los costos de la vivienda, la deuda estudiantil y el empleo precario hacen que muchos jóvenes dependan financieramente de sus padres hasta bien entrados los 20 y 30 años. Como señala Luke Brunning, investigador de la Universidad de Leeds, “si vives en casa, no es necesariamente el entorno más propicio para tener mucho sexo”. Esta realidad económica obliga a muchos a retrasar o renunciar por completo a la exploración sexual.

Sobriedad y cambio de normas sociales

Otra pieza del rompecabezas es el aumento de la sobriedad entre los jóvenes. Los datos de Gallup muestran una disminución del 10% en el consumo de alcohol entre las personas de 18 a 34 años en las últimas dos décadas. Este cambio, denominado “Generación Sensible”, refleja una tendencia más amplia hacia estilos de vida más saludables y una menor asunción de riesgos.

La brecha digital y la soledad

El auge de la comunicación digital también ha influido. Si bien las aplicaciones de citas prometen conexión, a menudo brindan aislamiento. La Generación Z ha sido etiquetada como “la generación más conectada pero más solitaria”, y las interacciones digitales sustituyen la intimidad del mundo real. La ironía es cruda: la hiperconectividad no se ha traducido en una mayor actividad sexual.

Salud mental y ansiedad

Los problemas de salud mental están aumentando entre los jóvenes y la ansiedad puede ser una barrera importante para la exploración sexual. El miedo al rechazo, la ansiedad por el desempeño o simplemente la presión abrumadora de conformarse pueden paralizar a las personas. Cuanto menos uno se involucra en actividad sexual, más desalentadora se vuelve, creando un círculo vicioso.

¿Es esto una crisis?

La pregunta sigue siendo: ¿es esta disminución de la actividad sexual motivo de preocupación? Para algunos, la respuesta es sí. El sexo se ha relacionado con una mejor calidad de vida, salud general e incluso cohesión social. Otros sostienen que se trata simplemente de cambiar de prioridades. Si los jóvenes están contentos con sus elecciones, no hay ningún problema inherente.

El paisaje cambiante

En última instancia, la disminución de la actividad sexual entre los jóvenes es un fenómeno complejo impulsado por las dificultades económicas, el cambio de las normas sociales y el aumento del aislamiento digital. Queda por ver si se trata de una crisis o simplemente de una nueva realidad. Pero una cosa está clara: el panorama del sexo y las relaciones está experimentando una transformación dramática.

Puede que el problema subyacente no sea la falta de sexo en sí, sino los factores sociales más amplios que contribuyen a la alienación, la inseguridad económica y los problemas de salud mental. Los políticos que se preocupan por la disminución de las tasas de natalidad deberían centrarse en abordar estas causas profundas en lugar de tratar de obligar a las personas a tener más relaciones sexuales. La solución no consiste en promover la promiscuidad; se trata de crear un mundo donde los jóvenes se sientan seguros, protegidos y capacitados para vivir una vida plena, sea como sea.