El arma de doble filo del riego: cómo las prácticas agrícolas exacerban el estrés por calor y agotan los recursos hídricos

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Investigaciones recientes pintan un panorama preocupante de las prácticas agrícolas globales y revelan que el riego, a menudo visto como una herramienta para mitigar los extremos de calor, puede irónicamente exacerbar tanto los riesgos para la salud humana como la escasez de agua. Tres nuevos estudios, dirigidos por el Dr. Yi Yao (Vrije Universiteit Brussel y ETH Zurich), destacan las consecuencias no deseadas del riego generalizado, especialmente cuando se combina con el cambio climático.

La compleja relación entre el riego y el estrés por calor

El primer estudio, publicado en Nature Communications, examinó datos históricos de riego desde 1901 hasta 2014. Al analizar seis modelos avanzados del sistema terrestre, los investigadores descubrieron que la expansión del riego efectivamente ha ayudado a reducir la frecuencia de temperaturas muy altas del aire, lo que comúnmente se conoce como “calor seco”. Sin embargo, el estudio también encontró un resultado menos deseable: el riego aumenta la humedad del aire. Esto disminuyó su eficacia para amortiguar el estrés por “calor húmedo”, medido por la temperatura de bulbo húmedo, que es un indicador crítico de la tolerancia humana al calor.

“Sabemos que el calor húmedo puede ser más peligroso que el calor seco. A la misma temperatura absoluta, la humedad afecta significativamente nuestra capacidad para afrontar el estrés por calor”, explica el Dr. Yi Yao.

La investigación revela que en ciertas regiones, el riego en realidad ha empeorado el estrés por calor húmedo, poniendo potencialmente en peligro a millones de personas. Este es un hecho particularmente preocupante, ya que es más probable que el calor húmedo provoque insolación y otras enfermedades relacionadas con el calor.

Proyecciones futuras: crecientes riesgos de calor húmedo

El segundo estudio, también publicado en Nature Communications, miró hacia el futuro y proyectó cómo el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y las prácticas de riego darán forma en conjunto a los riesgos de estrés por calor seco y húmedo durante este siglo. Utilizando un modelo del sistema terrestre con diferentes trayectorias de emisiones y escenarios de riego, el equipo descubrió que si bien el riego puede ofrecer cierta moderación de los extremos de calor seco, es insuficiente para contrarrestar la tendencia general del calentamiento global.

“Las proyecciones muestran que la gente se enfrentará a muchas más horas de calor húmedo extremo cada año; en algunas regiones tropicales, más de mil horas más al año en comparación con el pasado. Será extremadamente difícil adaptarse a estas condiciones”, advierte el profesor Wim Thiery.

Las proyecciones son particularmente alarmantes para el sur de Asia, una región que ya sufre olas de calor frecuentes y potencialmente mortales. Investigaciones anteriores sugieren que alrededor de tres cuartas partes de los niños nacidos en la India en 2020 sufrirán una exposición sin precedentes a olas de calor durante su vida si continúan las tendencias actuales de emisiones.

El impacto en los recursos de agua dulce

El tercer estudio, publicado en Nature Water, investigó el efecto de la expansión global del riego en los recursos de agua dulce desde 1901 hasta 2014. Utilizando siete modelos avanzados del sistema terrestre, la investigación encontró que el riego ha aumentado dramáticamente las pérdidas de agua de la tierra a través de una mayor evapotranspiración (el proceso por el cual el agua se evapora de la tierra y transpira de las plantas). Es importante destacar que estas pérdidas no se han visto compensadas por cambios en las precipitaciones locales.

Esto significa que, debido a la rápida expansión del riego agrícola, sale de la tierra más agua de la que regresa a través de las precipitaciones, lo que crea un desequilibrio significativo. Esto ha provocado importantes pérdidas de agua a nivel regional, especialmente en zonas que dependen en gran medida del riego. En algunas regiones, el almacenamiento de agua terrestre ha disminuido hasta 500 mm entre 1901 y 2014, particularmente en el sur de Asia y el centro de América del Norte.

“Nuestro estudio plantea serias preocupaciones sobre el hecho de que tanto el riego como el cambio climático están agotando los suelos, los ríos y las aguas subterráneas, amenazando la seguridad hídrica a largo plazo”, advierte el Dr. Yao.

Afrontar los desafíos: un llamado a prácticas sostenibles

Los hallazgos subrayan la necesidad de un enfoque más matizado de las prácticas agrícolas y la adaptación climática. Los investigadores enfatizan la necesidad urgente de hacer una transición a tecnologías que ahorren agua, como métodos de riego eficientes (sistemas de goteo o aspersores) y cultivos que requieran menos agua, para evitar un mayor agotamiento de los suministros vitales de agua dulce.

“Las principales regiones de riego ya se encuentran en caminos insostenibles y exigen la adopción urgente de tecnologías de ahorro de agua”, concluye el profesor Thiery.

En última instancia, los estudios transmiten un mensaje claro: el riego es una solución sencilla para mitigar los impactos del calor. Abordar el problema de manera efectiva requiere estrategias integradas que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y promuevan la gestión sostenible del agua en la agricultura. Una combinación de estas acciones es vital para minimizar tanto los riesgos de estrés térmico humano como la creciente escasez de agua.